-¡Ya estoy en casa! –se oyó. Era
Luca, ya había regresado del trabajo.
-¿Ya son las tres? –preguntó el
anciano extrañado de que el tiempo hubiera pasado tan aprisa.
-Y media, son las tres y media, me
he retrasado un poco, -le contestó.
-¿Tan tarde es ya?
-No has preparado nada, ¿cierto?
-Lo siento, pero no. Estuve toda
la mañana contando a los niños la historia desde donde la dejamos ayer.
-Bueno, no te preocupes, me
imaginaba que te iba a pasar algo así y traigo algo de sushi para todos.
-¿Y a qué esperamos para comer?
-A que me ayudes a poner la mesa.
Y vosotros para la mesa a esperar, ya, -dijo refiriéndose a sus hijos.
Los niños no tardaron ni medio
segundo en dirigirse al salón a esperar su comida. Mientras, iban a ver dibujos
animados, sus favoritos, que los echaban a la hora de comer. Al anciano eso le
traía recuerdos, de cuando él era también un crío y salía del colegio corriendo
como un gran atleta solo para no perderse su serie de dibujos favorita. Sí, qué
de hermosos recuerdos le traía eso aún sin recordar el nombre de aquellos
monstruitos.
-Bueno, ¿y por dónde te has
quedado contando a los retacos? –preguntó Luca mientas alargaba su brazo hasta
la alacena para coger cuatro platos.
-Pues me interrumpiste justo
cuando iba a contarles cuál fue el primer texto que salió de mis manos.
-Ah, sí, lo recuerdo, ¿el del
corazón, verdad?
-Hijo mío, ¿qué texto mío no está
escrito por y para mi corazón? –bromeó el anciano.
-También es verdad, siempre fuiste
un romántico, a veces en exceso.
-Así es, siempre lo fui, pero eso
mismo fue lo que enamoró a tu madre y solo por ello, no podría arrepentirme de
haberlo sido toda mi vida.
-Lo sé, papá. Supongo que mamá aún
se acordará de todas tus palabras hacia ella...
-Anda, vayamos a comer, los niños tienen
que haberse vuelto locos esperando tanto, ¿no crees?
-Tienes razón. Coge tú las bebidas
para ellos, yo llevo el resto, ¿de acuerdo? Te esperamos en el salón.
El hombre asintió con la cabeza a
su hijo, sin embargo, su mente ya no estaba allí. Tampoco su corazón. Por él
pasaba ese primer texto que escribió en el autobús rumbo a Roma, ese que tanto se
había repetido dentro de sí mismo. Echaba de menos a su mujer, a la madre de
sus cinco hijos, la abuela de sus nueve nietos. El amor de su vida…
La que agrandaba su corazón con
pequeñas sonrisas, la que siempre le escuchaba, la pequeña gran mujer que no
había día que le llamara la atención por dejar desperdigadas todas sus notas de
escritor. Nunca fallaba, él era un descuidado y las perdía cada dos por tres y
ella...no se enfadaba, al menos no en serio, no obstante, nunca faltaron sus
riñas y sus besos cada vez que las perdía. Y él...no había día que le leyera
todo lo que perdía, y a veces, lo hacía a su oído. A ella le encantaba, la voz
de su marido siempre le pareció una de las voces más dulces del mundo.
Era uno de esos amores pasionales,
donde las llamas no podían ser apagadas por nadie, o esa fue la idea de los
dos, pero, la muerte siempre va a tener un soplo de viento helado capaz de
apagar las mismísimas llamas del infierno…o las de un amor que se creyó eterno.
Aquel texto volvió a pasearse por
su mente, esta vez de una manera más fuerte…
<<Frío, muy frío,
helado, gélido, te noto distante, alejado de lo que antaño fuiste. Te distancias de mí, te ves lejos,
casi sin aliento. ¿De veras quieres enfriarte así? ¿Es que vas a abandonar toda luz que
pueda calentarte? No haces bien, y lo sabes, aislarse de nada sirve, ¿vale la
pena dejar esas cosas atrás?
Por una parte no, o tienes claro, pero por
otra piensas que quizá sea lo correcto, quizás lo adecuado en este momento sea
eso.
Enfriarse, no sentir cómo el cúter te corta
innumerables veces, y tras ello salpicar sal
sobre esas heridas cicatrizando al momento, con dolor, pero al momento.
Claro que dolerá, ¿pero no lo hará solamente unos segundos de años y años por
delante? Te quieres convencer de ello, y parece que nada podrá quitarte la idea
de encima, ni el ladrón más experimentado, tal vez…
No, sabes que no es cierto, sabes que sí hay
gente capaz de robarte y llevarte al más absoluto paraíso, pero
desgraciadamente no conoces a alguien así.
Está aún lejos, ¿por qué no viene antes de
que te hieles y te reduzcas a la nada de una vez?
Ay, son cosas de corazones, con puertas cerradas con llave, llaves de acero y sentimientos puros, y el mío, está estrictamente obligado a permanecer ahí, cerrado, por… ¿siempre?>>
Ay, son cosas de corazones, con puertas cerradas con llave, llaves de acero y sentimientos puros, y el mío, está estrictamente obligado a permanecer ahí, cerrado, por… ¿siempre?>>
”Frío frente al
amor”
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