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lunes, 1 de julio de 2013

Capítulo 12

Leo prefirió no contestar a su abuelo, sabía que, por mucha insistencia, él llevaba todas las de perder con aquel hombre. Además, leyendo aquellas palabras dentro de aquella pintura, comprendió que era cierto todo lo que le contó. Las palabras le dieron pena dentro de su corazón, sensación de tristeza, pero la imagen le dio todo lo contrario. Alegría, ver el trueno tan exuberante, dominando sus sentidos…provocaba la mayor de las alegrías dentro de uno mismo. 
Quizá entendiera a su abuelo, quizá...
-¿Por qué habéis roto Marta y tú? –se atrevió a preguntar.
-Ella fue quien rompió…
-¿Te dio algún motivo?
-Dijo que éramos demasiado distintos, que ella es muy romántica y yo no, que solo soy un pasota y cree que merece a alguien que le dé todo eso.
-¿Y a qué esperas?
-¿Esperar el qué?
No había cosa que molestara más al anciano que esos jóvenes incapaces de luchar por lo que quieren, que solo van a su propio beneficio sin pensar en el otro. El amor es cosa de dos, desde pequeño lo tuvo claro.
-A ser romántico, ¿qué esperas? 
-Pero abuelo, yo soy como soy, no como ella quiera que sea, no puedo ni voy a cambiar.
-Pues entonces ni se te ocurra llorar cuando la pierdas del todo. Leo, por amor, por la persona que amas, está permitido hacer la mayor de las locuras. Hijo mío, no puedes pedir algo si tú mismo no das nada. ¿Sabes qué? Con dieciocho años, gracias a una buena amiga mía, reflexioné sobre algo, exactamente, esto, el amor, el dar y recibir.
-¿Y cuál fue esa reflexión?
-No te la voy a decir, te toca descubrirla a ti.
-¡Venga ya, abuelo!
-No dije. La vas a descubrir tú solito, o nada. Es lo que hay.
-¿En serio? ¡Bah!
El adolescente se marchó algo cabreado con su abuelo. Lo veía “justo”.Él, intentando recuperar a la que creía amor de su vida, pidiendo consejo a alguien que respetaba, y esa persona se estaba riendo de él cuando le pidió ayuda. 
El anciano miró a su nieto desconcertado y triste a la vez. Podría haberle dicho aquellas palabras con las que, tal vez, darle consuelo, tal vez voluntad para recuperar a su novia, no obstante…
Cada uno debe librar sus propias batallas si estas son contra su propio corazón. Si su nieto quería a Marta, él mismo era quien decidía actuar. No había más, aunque esa reflexión…era bastante hermosa, y siempre, sobretodo desde el día que conoció a su mujer, pensó que todo aquel que no estuviera de acuerdo con ella no sabría nunca qué rayos es eso llamado amor, porque, ¿cómo negar que en una relación, dos personas son como dos botellas medio llenas de agua cuyo único deseo es llenar a la otra con su propia agua, esperando que también haya un viceversa y también lo haga el otro? A veces ocurre que es solo uno el que llena y otro el que recibe, lo que provocaría que uno de los dos terminara sin agua, sin esperanza, sediento y agotado, sin nada, terminando en una papelera, medio desecha. Eso nunca será amor. No para él, aunque, ¿quién era él para decir qué es el amor y qué no cuando realmente este nunca tendrá definición posible salvo la que un corazón enamorado quiera darle? Muchos corazones, todos mundos distintos, infinitas palabras, un sentimiento.

3 comentarios:

  1. Me ha encantado. Lamento haberlo leído tan tarde pero ha merecido la pena aunque ahora quiero más. Continua así y no nos dejes mucho tiempo en ascuas que al menos yo me muero de ganas por saber como termina esta bella historia.

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  2. Muchísimas gracias :)
    Ahora mismo tengo otros proyectos que van a provocar que pueda dedicarle poco tiempo. Aún así, intentaré tener el siguiente capítulo a la mayor brevedad posible. Saludos

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  3. No sabes lo que me ha gustado esta historia, ojala tengas el siguente capítulo pronto.
    En verdad me gusto mucho tu forma de escribir. Saludos desde México!

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