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martes, 24 de junio de 2014

Capítulo 23

-¿Por qué me has besado? –le preguntó totalmente confuso.
-Me apetecía, y si algo me apetece hago lo que sea por conseguirlo.
-¿Y si te apetece matar a alguien lo matas y ya está?
Ella se echó a reír, como si aquello que él dijo le hubiera divertido. ¿Es que había dicho algo gracioso?
-Eso es demasiado tremendo hombre, no seas así. Además, ¿me ves pintas de asesina?
-No…
-Menos mal, porque me cuesta muchísimo ocultar mi identidad de seguidora del muñeco de Saw, -dijo ella poniendo una voz ronca.
-Creo que el muñeco no mataba a nadie, que eran personas, -le respondió él.
-¿Sí? Vaya… ¡me has fastidiado la broma!
-Lo siento…
Ella se echó a reír nuevamente y le dijo que no pasaba nada, y volvió a darle un beso, un segundo beso tal vez mejor que el primero, volviendo a dejarle confuso.
¿Por qué le estaría haciendo eso? ¿Es que para ella un beso era algo normal que podías darle a cualquiera? Para él un beso nunca debía darse a alguien por quien no sintieras nada, la unión de dos labios debía quedar sellada por el amor que ambos deberían sentirse.
Y así pretendía dirigir su vida, buscando a la “chica de sus sueños”, a la cual hacer feliz hasta el día de su muerte. Su inocencia no conocía límites, al igual que su imaginación, con la cual imaginaba mil y un historias sobre ella, sobre esa desconocida que tanto quería conocer.
Tenía claro que debía ser rubia, no muy alta, que no pasara de los ciento sesenta y cinco centímetros de estatura, de ojos claros, preferiblemente azules, que su tez fuera blanca como la nieve, que fuera inteligente, que compartiera sus gustos musicales y de videojuegos, claro, si no cumplía eso último, no podría considerarla la “mujer perfecta” para él.
También debía ser honesta y divertida, inocente, que no fuera la típica mujer creída que piensa que el mundo es suyo y que suele hacer lo que sea para que así sea. No le gustaban con esa actitud. ¿Sería Alicia ese tipo de chico que tan poco le gustaba, o por el contrario sería tal y como le gustaba? Lo adivinaría muy pronto…
-Besas muy bien, ¿te lo han dicho alguna vez?
-Emm…no.
-¿De verdad? Pues qué chicas más idiotas, ¿no?
-Es que…tú has sido mi primer beso.
-¡Imposible, nadie besa tan bien en su primera vez, te estás riendo de mí!
-Te juro por todo lo que tú quieras que no, que no miento.
-Vaya…
-Gracias, supongo.
-¿Gracias? ¿Por darte dos besos?
-Sí, nunca nadie se había interesado por mí, mucho menos acercar sus labios a los míos. Les doy asco, ya te lo dije.
-Hey, deja de insultarte, seguro que no es para tanto, a mí al menos no me das asco ninguno y me pareces muy majo.
-¿De verdad? –le preguntó él, que seguía sin creer lo que ella le decía.
-Lo prometo.
Sus palabras y la sonrisa de su boca le daban a entender que realmente decía la verdad, que no le mentía, pero había sufrido múltiples engaños durante toda su vida, engaños que venían hasta de su propia familia, no se iba a fiar tan rápido de ella así como así.

Lo tenía claro, muy claro. 

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